miércoles, 13 de noviembre de 2013

Mitos felinos: Llevarse como el perro y el gato

Un perro y un gato puede llegar a ser grandes amigos, quererse a morir, protegerse mutuamente, dormir bien juntitos y jugar como seres de la misma especie... a veces.





Tanto el gato -como felino que es- y el perro -como cánido y descendiente del lobo- son depredadores y en esencia, competidores por el mismo hábitat. Pero eso no significa que no puedan compartirlo pacíficamente. Ambos son animales domésticos acostumbrados al hombre, así que no pocos gatos y perros conviven juntos en el entorno urbano de sus dueños. Sin embargo, no todos los perros son "cat friendly" ni todos los gatos toleran a los canes rondándoles. Las claves para una buena convivencia canino-felina es la misma que se debe aplicar a las personas: darles una buena educación desde cachorros, paciencia y mucho cariño.

Somos novios, mantenemos nuestra casa limpia y puraaaaa...
 

Cuándo un gato encontró a un perro

Lo ideal sería que desde pequeños gatos y perros estuvieran acostumbrados a compartir, jugar y vivir juntos. Hay casos de gatitos bebés amamantados por perros y vicerversa, compartiendo a la madre adoptiva con sus hijos naturales. En esos casos, gatos y perros serían hermanos de leche con un vínculo de amor forjado por el instinto materno-filial. 

Esta perra pastora tiene muy buena leche

También es más fácil socializarlos si los dos llegan a la casa de cachorritos. El trabajo que darán es mayor por la vitalidad que tienen y porque su carácter aún no está definido, pero por eso mismo podrás educarlos mejor.  

¿Tú eres mi hermano de leche o de quién leche eres hermano?

Cuando los animales ya son adultos la socialización puede ser imprevisible abarcando un baremo de fácil a complicada hasta imposible. Si el perro tiene muy agudizado el sentido de la caza, está acostumbrado a vivir solo o muestra signos de agresividad y territorialidad hacia otros animales, no se debe introducir un gato adulto en el entorno. Y si el gato siempre ha vivido sólo en la familia o ha convivido a regañadientes con otros gatos, introducir un perro puede acabar mal para uno de los dos implicados: si el perro es de raza grande el gato lleva las de perder por su tamaño, y si es de los pequeños o muy mansos puede sufrir lesiones irreparables como perder un ojo de un certero arañazo. 


Me acabo de hacer la manicura francesa y te puedo dejar sin cejas


El mediador humano

Si quieres tener en casa un gato y un perro, piensa si eres:

- Paciente
- Perseverante
- Observador
- Cariñoso
- Firme

Si es así, enhorabuena, te será más fácil la labor. Si no, échale horas al reloj y encomiéndate a todos los santos. Bromas aparte, al iniciar las presentaciones hay que actuar con tiento. Personalmente y por empatía con el gato, optaría por dejar al gato suelto tanto si es adulto como cachorro y mantener al perro controlado (con la correa en corto o bien agarrado) para evitar que el can le asuste, pues una primera mala impresión del felino puede condicionar la futura convivencia. Hay gatos que huyen despavoridos al ver a un perro, otros están calmados si no perciben signos de agresión y muchos mantienen una distancia prudencial y constante. 

Te he traído flores, espero que no te den alergia

Si el gato se le acerca y le bufa es normal: también se bufan entre gatos y cuando se persiguen normalmente están jugando. Actúa con naturalidad y tranquilidad en esa situación, se firme al separarles si se agreden pero no les regañes ni castigues. Los gatos no entienden el castigo físico y los perros se retraen. 

Yo no soy partidaria del aislamiento en distintas habitaciones cuando un nuevo animal llega a casa. Creo que se tienen que ver desde el primer momento, olerse, mantener un contacto visual directo y si es necesario interactuar con cierta agresividad, que no deja de ser una forma de cantarse las cuarenta. Eso sí, si aún no se llevan bien en los primeros días, es conveniente dejarles aislados cuando se queden solos en casa. No sea que llegues y te encuentres la matanza de Texas. 
Lo que es muy importante (incluso cuando conviven varios gatos) es que cada uno tenga un lugar privado para comer y dormir. Si el perro es pesado y no deja en paz a tu minino, proporciónale a éste un lugar elevado y cómodo donde el perro no pueda acceder. 

¿Perro, qué perro?

Resumiendo, lo más importante es:

1. Generar vínculos de camaradería a través del juego
2. Otorgarles a cada uno un espacio propio de descanso, comida e higiene
3. Darles a los dos las mismas dosis de caricias, mimos y tiempo para que no compitan por ti 

Sin embargo, si tras varios días o semanas de convivencia los animales siguen peleándose y se agreden hasta el punto de que corra la sangre, es el momento de llamar a un especialista: un socializador de perros y/o gatos. Es decir, un César Millán o un Jackson Galaxy.

Jackson Galaxy, el rockero más felino


Cuando un perro ama a un gato

Trufo era un schnauzer gigante enamorado de los gatos bebés. Cuando sus propietarias se dieron cuenta de esa inclinación amorosa, no dudaron en llevar a casa a Wally, un gatito pelirrojo de un mes de vida rescatado de un parque de Barcelona. En cuanto Trufo lo vio, se le cayó la baba. Literalmente. Lo bañó en saliva, lo agarró tiernamente por el cuello como hacen las mamás felinas y se lo llevó a su cama donde lo rodeó con su cuerpo y lo lamió a gusto mientras Wally, encantado, se dejaba hacer. 

He nacido para cuidar gatitos

La otra cara de la moneda era un golden retriever que vivía en la terraza del principal de mi piso de "soltera" en la calle Valencia. Este perro asesinaba a dentelladas a cualquier pobre gatito que entraba en su territorio por equivocación o curiosidad. Sin embargo, sería completamente injusto afirmar que todos los perros de esta raza matan gatos, pues revisando mi muro de Facebook encontré unas tiernísimas fotos de Elvis, un hermoso golden, y Martina, una gatita bebé siamesa, que se aman de corazón.



Elvis y Martina, amor interracial puro y blando

En conclusión, yo creo que la aversión entre perros y gatos no se puede catalogar por razas, sino por individuos que por carácter, costumbre o educación no toleran otros animales en su territorio. Así que, si se quiere tener en casa perros y gatos, cuanto antes se introduzcan ambos en el hogar mejor para todos pues el roce hace el cariño. 

¿Quién me pone la pata encima para que no levante cabeza?
 

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